Me refiero en esta ocasión a una persona por todos conocida. Su guitarra le sirve de aliada y al mismo tiempo de cobijo. Sus tenues versos cantados incitan a los demás a atreverse con sus cantos y de esta forma y poco a poco, las palabras van saliendo de nuestras bocas.
El pasado Jueves Santo tuve la grata sorpresa de estar junto a él una mañana y quedé prendada con su ejemplo.
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